Este es un caso que incluí en mi libro Omega-3 La salud inmediata, referente a la relación entre Omega-3 y
esquizofrenia.
Los doctores A.J.
Richardson, de la
Universidad de Oxford, y B.K. Puri, del Hospital de
Hammersmith, trataron a un paciente de 30 años, afectado de esquizofrenia y
dislexia con alucinaciones auditivas
diarias, que tuvo su primer brote a los 19 años y durante 10 años mantuvo el
modo típico de vida de un joven con esquizofrenia y parado, en un suburbio de
Londres. Las imágenes de IRM –imagen por resonancia magnética-, mostraban que
sus ventrículos cerebrales aumentaban lentamente de tamaño, indicando una pérdida progresiva de tejido
cerebral.
El paciente empezó a tomar 2 g de EPA (un omega-3) al día. A las 8 semanas
sus delirios y alucinaciones habían desminuido y se sentía más despierto. El
aspecto de su piel y pelo había mejorado, así como en todos los grados de las
escalas psiquiátricas. La dislexia también mejoraba, y todo ello sin efecto
adverso alguno. A los 12 meses ya no aparentaba ser una persona con
esquizofrenia, y a los 3 años volvió a la universidad. Nuevas imágenes de su
cerebro revelaron una reducción del tamaño de los ventrículos y un aumento del
tejido cerebral.
Aunque este sea un caso personal, no se trata de algo
aislado, sino que en este mismo hospital se han ido desarrollando y mejorando
las técnicas de IRM, permitiendo constatar esos beneficios estructurales en la
toma de Omega-3, además de sus beneficios funcionales, en otros casos. Estos
efectos beneficios de los ácidos grasos poliinsaturados para esta afección
mental, fueron también corroborados en el año 2006 por la Asociación de
Psiquiatría Americana, máxima autoridad mundial de la psiquiatría, tras
realizar un metanálisis que verificó los resultados de varios estudios
realizados con anterioridad.
Pero no caigamos en el error de pensar que el Omega-3 es la
panacea. Puede resultar de gran ayuda, pero este trastorno es mucho más
complejo, de carácter multifactorial y, por lo tanto, debe ser tratado y
supervisado adecuadamente por especialistas.
Otro factor, importantísimo, en el desencadenamiento y
mantenimiento de esta enfermedad, puede
ser el consumo de sustancias tóxicas. Las estadísticas han demostrado que la
mayor parte de jóvenes que sufren esquizofrenia tienen antecedentes de consumo
tóxico. Por eso, cuando la enfermedad ya está instalada, se debería insistir
muchísimo en llevar una vida más sana. Sin embargo, la realidad es que
precisamente, la mayoría de estas personas hacen lo contrario de lo que en
realidad necesitan. El tabaco es un ejemplo. En un estudio realizado en el año
2012 en Cataluña, se comprobó que la tasa media de fumadores en la población
estaba sobre el 29% y disminuyendo, en cambio, en las personas con trastornos
mentales, incluyendo la esquizofrenia, llegaba casi al 80%.
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